La ultima vez que escribí por aquí conté que estaba enfermo y que estaba enamorado. Ambas cosas eran ciertas, perturbadoras y también pasajeras. Probablemente se me soltó un poco la lengua llevado por la fiebre y las calenturas y hablé de más, como también sentí de más ante la mirada perpleja de los lectores de este blog, que no son muchos pero sí muy intensos y se ponen muy preguntones ante cualquier estímulo. Y hay cosas para las que yo no tengo respuesta o son directamente PRIVADAS. La fiebre pasó y vuelvo a ser dueño de mis palabras, pero el enamoramiento no ha remitido y eso me da en qué pensar. Quiero decir, estar enamorado me pone mucho, me hace sentir muy vivo y me viene muy bien, sea o no correspondido en la contienda, que esa es otra… ¡Ay!

El problema del enamoramiento es que, además de ponerme un poco burro, también me absorbe por completo y yo tengo muchas cosas que hacer y muchas bocas que alimentar. El amor necesita de mucha energía y a mí me tienen que pinchar B-12 porque vivo en un estado de fatiga crónica, una fatiga que yo creía consecuencia directa de mi actividad frenética y que ahora resulta ser por la falta de una vitamina. El médico me ha desaconsejado vivir plurienamorado, como a Sinead O´Connor y a Prince, pero yo estoy a tope, y aunque la gente al verme piensa que tengo la tensión baja, en realidad sostengo un mundo interior agitado, turbulento y muy intenso. A pleno rendimiento. Como la situación me tiene algo salido he decidido optar por el pragmatismo e intentar convertir la sensación de enamoramiento en un mero deseo carnal de revolcón apasionado, del tipo de una vez a la semana y luego tan amigos, lo que se me antoja algo más ligero y llevadero. De cualquier forma, lo llame como lo llame, lo que mí me pasa NUNCA es ligero ni llevadero, y más me vale ir haciéndome a la idea, que mentalizadas estamos más guapas.
Quien me conoce sabe que mis historias de amor son largas, estables y que nunca me he sentido incómodo en la monogamia. A mí me sienta de maravilla y no la vivo como esas amigas que se desesperan bajo el yugo de la claustrofobia cuando tienen un solo novio. Yo no. Yo como pez en el agua. Sin embargo todas mis parejas han tenido que consentirme un amante que, en cierta forma, siempre ha terminado por competir con ellas y, en ocasiones, las daña. Ese amante, por pedante que suene, es el TEATRO, que dicho así es como decir una tontería grandísima, porque qué será el teatro y a cuento de qué hay que echárselo por amante, pero una de las cosas de estar enamorado es que una puede decir tonterías y las demás pueden perdonártelas sin demasiado esfuerzo. Hay un tipo de Teatro Alfa que me compromete más de la cuenta y que se suele meter en los resquicios más íntimos de mi vida personal y la sacude por completo, y quien duerme a mi lado lo sabe. Perdón y gracias.
Fundé CASA LAGARTA para dedicarme a mi propio Teatro Alfa y me metí en HOMBRE DESNUDO para volver a disfrutar de un teatro que me diera aire, aliento y placer [Ya sé que diciendo estas cosas acabo de confesar que algo se había roto y necesitaba resarcirme, pero eso es otra historia y AHORA no es el momento, así que volvamos a la ACTUALIDAD]. Hacer teatro es estar en constante relación con los demás y hay un momento en el que esa relación está monopolizada por los intérpretes. Y ellos sí que son promiscuos. Ellos y ellas andan con unas y con otros y van y vienen en su propia deriva, buscando posicionarse en el mundo a través de su arte, lo que no es poco ni mucho menos fácil. Su promiscuidad es la que mejor entiendo y la que más me interesa. A mí me fascinan los actores y las actrices, les consiento todo lo que no podría permitirle a un marido. Ellos llegan y te dicen que han estado con uno y que se van en un rato a buscar a otra. Sin embargo yo lo acepto con admiración y me emociona cuando los veo pasar de mano en mano con la única intención de seguir contando sus historias al mundo. Habitualmente vivo su relación con LOS OTROS como un padre orgulloso de contemplar cómo sus hijos encuentran su propio lugar en el mundo. No tengo ningún sentido de la propiedad para con ellos, aunque a algunos, secretamente, los considero un poco míos…
Hay actores y actrices que me han hecho tan feliz que, a veces, no se me ocurre un teatro sin su presencia en el escenario y sin embargo nunca he podido ofrecerles unas condiciones dignas que los aten a mí de tal manera que puedan prescindir de los demás, aunque solo sea por un tiempo limitado. Mi teatro no cuenta con presupuesto ni con medios que me conviertan en alguien atractivo o competitivo en términos de mercado. A veces me apetece ser poderosa sólo para compensar con un buen sueldo a las actrices y a los actores que se apuntan a mis guerras. Yo siempre me empeño en ofrecerles una bonita historia de amor. Y a veces, además, nos enamoramos, o nos admiramos mucho, y eso compensa las calamidades y miserias que rodean a nuestros oficios. Y a veces no pasa nada de esto y tampoco importa mucho, aunque a mí cada vez me importa más.
A veces los intérpretes llegan y me hacen pensar que no vienen de ningún lado y no irán a ninguna parte después. Se detiene el tiempo entre nosotros y todo cobra sentido. Otras veces te recuerdan constantemente de dónde vienen y hacia dónde van y piensan que tener 10 minutos, 30 o 50 es suficiente para llegar a puerto. Y tú piensas que sigues mar adentro y sientes que estar con ellos no deja de ser un mero trámite entre tú y los demás; y entonces para mí ya no es posible ni el poliamor, ni la promiscuidad, ni el matrimonio para toda la vida, ni el polvazo, ni nada de nada. Ya no. Y en eso me estoy volviendo muy clarividente y convencido. Y en medio de estas disquisiciones yo voy y me enamoro de ti. Aunque tengo que decir que ya no me interesa un romance, que con un buen revolcón me bastaría, en plan aquí te pillo aquí te mato y nos faltamos el respeto y luego tan amigos. Pero ojalá fuera de verdad y ojalá te apeteciera, pero eso da un poco igual con tal de no darme cuenta, que yo sigo abierto en canal y tengo aguante y paciencia, pero no es infinita. Y ya he superado el único folio que mi editor me permite publicar en este blog y no he dicho nada de lo que tenía previsto contar… ¡Virgen Santa! [Que es una expresión que le gusta mucho a Isabel Pamo, que es una mujer que nunca toma buenas decisiones ni falta que le hace]